La inteligencia artificial ofrece novedades a un ritmo semanal. Docenas de empresas con miles de millones de inversión compiten por superar el último test humano o convertirse en el último meme. Sin embargo, una encuesta internacional entre especialistas ha revelado una fuerte desconfianza en que insistir por ese camino nos lleve a una inteligencia artificial similar a la humana; es lo que en el sector se conoce como inteligencia artificial general —AGI, por sus siglas en inglés—. El sondeo es obra de la Asociación por el Avance de la Inteligencia Artificial (AAAI, en inglés), una organización científica estadounidense que ha encuestado a 475 académicos y profesionales de IA de todo el mundo: un 76% cree que es “muy improbable” o “improbable” que el aumento de las aproximaciones actuales logren la AGI.
Una encuesta entre cientos de especialistas en inteligencia artificial de todo el mundo revela que una gran mayoría cree que esta tecnología necesita un camino diferente para superar sus capacidades actuales
La inteligencia artificial ofrece novedades a un ritmo semanal. Docenas de empresas con miles de millones de inversión compiten por superar el último test humano o convertirse en el último meme. Sin embargo, una encuesta internacional entre especialistas ha revelado una fuerte desconfianza en que insistir por ese camino nos lleve a una inteligencia artificial similar a la humana; es lo que en el sector se conoce como inteligencia artificial general —AGI, por sus siglas en inglés—. El sondeo es obra de la Asociación por el Avance de la Inteligencia Artificial (AAAI, en inglés), una organización científica estadounidense que ha encuestado a 475 académicos y profesionales de IA de todo el mundo: un 76% cree que es “muy improbable” o “improbable” que el aumento de las aproximaciones actuales logren la AGI.
El increíble ascenso de la IA ha provocado que las voces que auguraban el fin probable de la humanidad a manos de las máquinas hayan menguado. Pero la agitación en el sector sigue presente. Esta es, por ejemplo, la declaración de otro grupo llamado AI 2027: “Creemos que el impacto de una IA sobrehumana en la próxima década va a ser enorme, incluso mayor que el de la Revolución Industrial”.
A la vez que se dan estas grandes declaraciones, Meta ha presentado sus dos últimos modelos: uno pequeño (Llama 4) y otro mediano llamado Maverick. En las clasificaciones comparativas que se hacen de los modelos principales, Maverick saltó al segundo puesto, justo debajo de Gemini 2.5 Pro y por encima de ChatGPT-4o. Pero, con un poco de esfuerzo, un puñado de especialistas han descubierto que la versión de Maverick que compitió estaba específicamente entrenada para superar las pruebas. Meta no cumplió las pruebas de la competición entre modelos.
Con estas trampas sutiles, la dificultad para definir el umbral de la inteligencia puramente humana y saber cómo llegar complican el panorama. “Mi definición de inteligencia artificial general es una IA con el mismo nivel de competencia y complejidad que la inteligencia humana, incluyendo conceptos tan difíciles como la autoconciencia”, dice Nuria Oliver, directora científica y cofundadora de la Fundación Ellis Alicante. “Estamos muy lejos de alcanzarla y desconozco si algún día lo conseguiremos”, añade.
EL PAÍS ha preguntado a un grupo de científicos de IA españoles por sus impresiones sobre este umbral y cómo será superado. Como en la encuesta de AAAI hay variedad de respuestas. “Tenemos los ingredientes, aunque no sean óptimos, para conseguirlo, pero requieren ciertas combinaciones incrementales que hay que explorar y todavía más cómputo”, dice José Hernández-Orallo, investigador del Centro Leverhume para el Futuro de la Inteligencia de Cambridge (Reino Unido). “Si se podría hacer con menos, muy posiblemente, pero la pregunta que se nos hace es si se podría lograr escalando las aproximaciones actuales, y creo que sí”.
En cambio, el catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela, Senén Barro, cree que la aproximación actual no bastará: “La vía de llegar a una inteligencia artificial general no es sin más la de los modelos que ahora tenemos, aunque los aumentemos de tamaño, les demos mejores capacidades de inferencia y los especialicemos en arquitecturas de agentes. Eso permitirá avances significativos en sus competencias, pero lo que entendemos por AGI es mucho más”, explica.
Una IA con cuerpo y sentido común
Barro compara la inteligencia artificial general con la exploración de Marte: “Sabemos qué camino seguir para llevar personas a Marte, aunque no podría ser hoy; y hay ciertos temas de I+D+i pendientes, que no son menores. En todo caso, sabríamos cómo afrontarlo. No ocurre lo mismo con la AGI: todavía no sabemos qué camino, aún lejano, nos llevaría a ella, y no parece nada probable que sea el de mejorar los modelos”.
Otros científicos añaden una capa más de dificultad a este camino: la corporal. “Para avanzar hacia la AGI, es necesario que la IA sea corporal y dotarla de capacidad de razonamiento y aprendizaje simbólico”, dice Carme Torras, investigadora del Institut de Robòtica i Informàtica Industrial. “Cuando digo corporal, no me refiero solo a los robots, sino también a otros objetos con capacidad de percibir, procesar e interactuar”, añade.
Es de la misma opinión el investigador Carles Sierra, del Instituto de Investigación en IA: “Necesitamos enfoques neurosimbólicos para escalar. Las arquitecturas neurosimbólicas, junto con la situacionalidad y percepción del entorno, es el camino que permitirá escalar y llegar a proporcionar una noción similar a la experiencia, necesaria para el sentido común y la agencia que se requieren para la AGI”.
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