Cada vez es más común ver a la gente pagando con su móvil o smartwatch en los comercios, acercándolos a un TPV o datáfono compatible. Es lo que se conoce como pagos contactless, es decir, los que se realizan sin contacto. Y su creciente popularidad se ve claramente con datos: aunque el dinero en efectivo sigue siendo el medio de pago que mayor porcentaje de personas usa a diario en establecimientos físicos, seguido por la tarjeta, un 25% de usuarios utiliza ya dispositivos móviles; una cifra que aumenta año a año.
Gracias a la tecnología NFC, dispositivos como el teléfono, un ‘smartwatch’ o un anillo inteligente permiten pagar de forma segura con solo acercarlos al TPV
Cada vez es más común ver a la gente pagando con su móvil o smartwatch en los comercios, acercándolos a un TPV o datáfono compatible. Es lo que se conoce como pagos contactless, es decir, los que se realizan sin contacto. Y su creciente popularidad se ve claramente con datos: aunque el dinero en efectivo sigue siendo el medio de pago que mayor porcentaje de personas usa a diario en establecimientos físicos, seguido por la tarjeta, un 25% de usuarios utiliza ya dispositivos móviles; una cifra que aumenta año a año.
La tecnología que lo hace posible es el NFC (Near Field Communication, por sus siglas en inglés), que es la misma que integran los nuevos carnets de identidad, las tarjetas de transporte público de algunas ciudades o las llaves para entrar en algunos edificios. Es una tecnología inalámbrica que permite conectar dos dispositivos a una distancia muy corta; como normalmente se tienen que tocar para que funcione, es prácticamente imposible que alguien intervenga en la transferencia de datos a distancia, así que es un método muy seguro.
Primero, en el ‘smartphone’
En los smartphones la tecnología NFC lleva usándose ya bastante tiempo —el primero en integrarla fue el Nexus S de Google en 2010—, aunque su utilidad inicial era bastante diferente a la actual: servía para vincular dispositivos (por ejemplo, el móvil con unos auriculares) al ponerlos en contacto, o para enviar archivos como alternativa al Bluetooth. Una vez se desarrollaron las aplicaciones de cartera virtual como Google Pay o Apple Pay (y todo el sistema de seguridad que conllevan) ha sido posible utilizarla para pagar también en los comercios.
Más información
Luego empezó a integrarse en los smartwatches y, a día de hoy, buena parte de los modelos de las principales marcas son también compatibles con los pagos contactless: Apple Watch, Fitbit Sense, Samsung Galaxy Watch, Xiaomi Mi Watch… El sistema de uso es el mismo: se abre la aplicación de pago, se selecciona la tarjeta en caso de tener configuradas varias, y se acerca al datáfono.
Los relojes inteligentes que no cuentan con esta opción entre sus prestaciones pueden añadirla con solo cambiar la correa siempre y cuando usen una como las de Polar, compatible con todos sus relojes deportivos y con cualquier otro que use correas estándar de 20 y 22 mm —esto incluye los relojes tradicionales—. En este caso, hay que utilizar la app Fidesmo Play para vincular las tarjetas de pago; un sistema fiable porque la pulsera únicamente almacena un token de la tarjeta, no los datos de la tarjeta en sí.
Por último, hablemos de los anillos inteligentes, que se están popularizando en los últimos meses —o, por lo menos, son muchos los fabricantes que están presentando sus modelos y describiéndolos como el próximo gadget de moda—, y también han incluido esta opción. Aunque algunos están muy centrados en la monitorización de la actividad, hay otros cuya funcionalidad principal es la de realizar pagos como Rikki, un modelo de fabricación española que apuesta por una estética minimalista y está fabricado con cerámica hipoalergénica a prueba de rayones, agua y golpes; o cnick, que llama mucho la atención porque para pagar hay que dar un par de golpes con los nudillos en el terminal de pago y esperar un par de segundos a que se complete la transacción.
¿Son los pagos ‘contactless’seguros?
Lo cierto es que los expertos consideran que sí. Uno de los mayores riesgos cuando se trata de conexiones inalámbricas es que alguien pueda interceptar la comunicación y robar los datos (en este caso, los de la tarjeta), pero con la tecnología NFC es muy complicado, ya que el datáfono y el dispositivo que se usa para el pago tienen que estar a una distancia muy corta. Además, la comunicación NFC se encuentra cifrada y oculta, por lo que los comercios en ningún momento tienen acceso a la información de la tarjeta.
En cualquier caso, si se desea extremar las precauciones, ¿qué se puede hacer? Entre lo más recomendado está establecer el doble factor de autenticación para acceder a las carteras digitales y realizar pagos o transferencias, activar las notificaciones para estar siempre al tanto de las transacciones, no usar nunca redes Wi-Fi públicas y crear contraseñas robustas para las aplicaciones con información bancaria.
Feed MRSS-S Noticias