Más allá de los vaivenes en los avances en computación cuántica, la rama más mediática de la ciencia que estudia el comportamiento y las propiedades de la materia y la energía a escalas microscópicas, las tecnologías basadas en esta física son una realidad y, según advierte la Comisión Europea, serán fundamentales para la seguridad económica y la soberanía tecnológica de la UE en las próximas décadas. “La revolución cuántica no es una opción, es un imperativo estratégico”, concluye un reciente informe del Real Instituto Elcano y Tecnalia. El Gobierno español ha asumido estas premisas y ha presentado este jueves el plan Estrategia de Tecnologías Cuánticas de España 2025-2030, una hoja de ruta que prevé una inversión de 808 millones públicos, más del doble de lo destinado desde 2020, y atraer otros 700 para que, esta vez, España no pierda el tren de la innovación más disruptiva.
El programa potenciará las investigaciones y desarrollos vinculados a esta ciencia para no perder el tren de avances fundamentales para la seguridad y soberanía
Más allá de los vaivenes en los avances en computación cuántica, la rama más mediática de la ciencia que estudia el comportamiento y las propiedades de la materia y la energía a escalas microscópicas, las tecnologías basadas en esta física son una realidad y, según advierte la Comisión Europea, serán fundamentales para la seguridad económica y la soberanía tecnológica de la UE en las próximas décadas. “La revolución cuántica no es una opción, es un imperativo estratégico”, concluye un reciente informe del Real Instituto Elcano y Tecnalia. El Gobierno español ha asumido estas premisas y presenta este jueves el plan Estrategia de Tecnologías Cuánticas de España 2025-2030, una hoja de ruta que prevé una inversión de 808 millones públicos, más del doble de lo destinado desde 2020, y atraer otros 700 para que, esta vez, España no pierda el tren de la innovación más disruptiva.
Según el plan, aprobado en el Consejo de Ministros del pasado 15 de abril y que presentan este jueves los ministros de Ciencia, Diana Morant, y de Transformación Digital, Óscar López, la estrategia cuántica persigue “consolidar los avances, acelerar el ritmo en la carrera tecnológica y amplificar su impacto”. Para conseguir estos objetivos, el programa se presenta como un “marco común” para la toma de decisiones, la coordinación y gestión de recursos y para generar un “ecosistema cuántico” fiable que atraiga la participación institucional, académica y privada hasta superar los 1.500 millones de inversión.
Detrás de esta iniciativa hay razones tecnológicas: la física cuántica facilita ya desarrollos en todos los ámbitos, desde la gestión energética o financiera hasta la logística o la mejora de procesos industriales y desde la salud (farmacología, diagnóstico y medicina personalizada) hasta la defensa y seguridad en internet. Pero también hay un trasfondo económico. Según el Quantum Economy Blueprint del Foro Económico Mundial, el mercado global de las tecnologías cuánticas alcanzará entre los 106.000 y los 173.000 millones de dólares para 2040 y generará un valor añadido al conjunto de la economía de hasta dos billones.
Para Judith Arnal, investigadora principal para Asuntos Económicos del Real Instituto Elcano y también firmante del trabajo de esta entidad y Tecnalia, “el crecimiento económico va a depender, fundamentalmente, de ganancias de productividad y estas las van a aportar, sobre todo, las nuevas tecnologías”
Los tres grandes campos de desarrollo son computación, comunicación y sensórica. Sobre el primero, hay coincidencia en que aún queda camino para disponer de aplicaciones para problemas a escala real, pero cada día se avanza en soluciones a algunos de sus principales desafíos: el ruido que altera las propiedades cuánticas que permiten una capacidad exponencial de los sistemas y la corrección de errores que se generan. El segundo, la comunicación, tiene que ver con la necesidad de alcanzar la seguridad criptográfica necesaria para asegurar todas las comunicaciones y con el desarrollo de redes (internet cuántico) que permitan el acceso universal a esta tecnología. El último, la sensórica (uso de estados cuánticos en partículas subatómicas para medir y detectar fenómenos con una precisión que va más allá de lo que permite la tecnología convencional), tiene enormes aplicaciones en el ámbito de la salud y en la defensa.
En este sentido, un documento de la OTAN (Emerging and disruptive technologies), destaca que “las capacidades disruptivas [de las tecnologías cuánticas] cambiarán radicalmente la guerra electrónica, las comunicaciones, la seguridad de las infraestructuras críticas y la inteligencia militar”.
El momento es el adecuado para revertir la situación, según advierte Arnal: “Se está planteando aumentar muchísimo la inversión en defensa; vamos a intentar que sea lo más tractora posible para nuestro tejido industrial y tecnológico”.
España llega a este nuevo contexto tecnológico de revolución incipiente con un mal común en el resto de Europa. Según reconoce el propio documento estratégico del Gobierno, “la fragmentación de esfuerzos nacionales sigue siendo un desafío y cobra especial importancia un plan común, coordinado y estratégico entre Estados miembro de la UE”. Coincide con las conclusiones del documento de Instituto Elcano y Tecnalia, donde se advierte falta de coordinación público-privada, deficiente transferencia de conocimiento, dispersión o fragmentación de iniciativas y debilidad de los ecosistemas industriales viables.
Es cierto que hasta ahora se ha desarrollado en España un significativo eje norte, formado por Galicia, País Vasco y Cataluña, con centros especializados en física cuántica y con infraestructuras destacadas, al que se suma Madrid y las iniciativas públicas como Quantum Spain, el Plan Complementario de Comunicación Cuántica y el PERTE Aeroespacial.
Pero para garantizar la soberanía tecnológica y la seguridad tanto nacional como europea, aún quedan desafíos por superar y que el plan estratégico presentado este jueves identifica: falta de infraestructura tecnológica, dependencia de materiales críticos y componentes esenciales, insuficiencia de fondos de capital riesgo de gran escala, escasez de demanda privada ante la ausencia de retornos a corto plazo, deficiente traslación a la industria del conocimiento generado en el ámbito académico, descoordinación entre las diferentes iniciativas públicas y privadas, ausencia de grandes corporaciones con altas capacidades y fuga y escasez de talento.
La inversión prevista en el plan estratégico pretende afrontar estas debilidades mediante la creación de un “ecosistema cuántico sólido y bien coordinado” que pasa por el reforzar y ampliar las infraestructuras existentes, integrarlas en centros de supercomputación y fabricación, acelerar la transferencia tecnológica, motivar la investigación en productos comerciales, impulsar la innovación en desarrollos cuánticos y de chips, facilitar la adaptación industrial a nuevas tecnologías y promover la formación de profesionales altamente cualificados.
En este último aspecto, el plan incluye la posibilidad de crear un Premio Felisa Martín Bravo, en honor a la que fuera la primera doctora en física de España, para distinguir iniciativas significativas en tecnologías cuánticas de jóvenes o de empresas o entidades surgidas de los ámbitos de la investigación.
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